Me encontré sentado afuera de una casa que, en mis viajes anteriores a ese pueblo costero, pensé que estaba abandonada. La casa es blanca, o al menos esa fue la intención hace unos veinte años. Es toda de madera. Fuera de la casa hay un mar de gente, estaba impresionado; todos en su pinche pedo de fiesta playera. Nunca me había tocado ir en esas fechas. Comencé a caminar por la banqueta buscando un lugar donde comprar cigarros y para mi suerte, nomás había cigarros rojos hasta quinto culo. No me di cuenta, pero dejé mi credencial de elector en el expendio.
Ya llevaba algunos botes de cerveza sentado donde mismo. Aunque hacía frío, aún no estaba abrigado. Entonces la vi.
Pasó caminando por enfrente de la casa de madera casi blanca junto con algunas amigas, hermosa como siempre. Yo, con mi cara de pendejo, mi camiseta de banda hardcore ochentera y una gorra de un equipo de beisbol que probablemente sea el más malo de todo el mundo, la vi durante segundos, segundos que parecían días enteros. Todo parecía una gran casualidad, ¿Cómo me la voy a encontrar así entre tanta gente? Me paré rapidamente para ir a saludarla. Ella tampoco lo podía creer.
- ¿A dónde vas?
- Pues más para allá, ¿Aquí te vas a quedar?
- No, no. Supongo que mas tarde iré más para allá
- Entonces allá te veo, no?
- Sí! ¿Ya no volverás?
- No, Hasta más tarde, nene
- Entonces te voy a buscar más tarde
Entonces se fue, pero solo dio unos pasos y volvió hacia mi. Una sonrisa enorme se le dibujó, me tomó de la cara con las dos manos y me dijo algo... algo que no puedo recordar y me besó. No dije nada, creo que no dije nada y si lo dije, fue una pendejada. Ahora sí, se fue.
Volví a mi lugar, junto a algunos amigos. That's my girl, you know? Nadie le tomó mucha importancia. Era muy temprano aún y tenía toda la noche, tal vez el día, seguro la encontraría por segunda vez. Seguí tomando, me di cuenta que no tenía mi credencial conmigo. Me sentí un total pendejo.
Horas después, decidimos movernos. A cada paso que daba, la buscaba, no podía evitarlo. Era imposible entre tanta gente y ella no contestaba su celular. Todo parecía una película, ¿Sabes cómo? De esas veces que piensas que va a ser uno de esos viajes chingones; que te vas a poner un pedón, la vas a encontrar, caminarán felices por la orilla de la playa platicando de la suerte que tienen de conocerse y de haberse encontrado entre tantos pendejos. Todo parecía apuntar a eso, pero no.
No me di cuenta, en realidad no conté las llamadas pero me hubiera gustado hacerlo, calculo que fueron entre 70 y 100 llamadas, unos 10 o 12 mensajes de los cuales dos fueron para enviar saldo. Nunca me contestó. Creo que fue ahí cuando dejé de quererla.
Creo que fue ahí la última vez que la ví.
Algunos metros más adelante, me topé a un amigo que se encontró mi credencial tirada, qué suerte, ¿No? Eso es como en las películas: casualidades, situaciones, personajes, historias que parecen mentira, eso pensé cuando me dieron mi credencial. Me pareció ser una película cuando la encontré, cuando dió la vuelta, dijo esa palabra que no recuerdo y me besó; algo digno de una mierda tipo The notebook.
Me caga cuando la gente ve una escena de película y dice: "Ahhh qué mamón!". Es una película, ¿Qué no? No es mamón, es una película nada más. Ese es su objetivo, crear algo que no te pasará nunca. El hombre o la mujer perfecta que jamás encontrarás. El asesino que, tarde o temprano, te va atrapar a ti. Tu no eres el protagonista en esta historia, por eso tu vida no es una película. De vez en cuando disfrutamos de esos momentos peliculescos, sólo de vez en cuando.
Tal vez fue un beso de despedida, algo que significaba que nos volveríamos aver en un tiempo. Puede que haya sido una despedida para siempre, o puede que en realidad me haya esperado y que su celular si se perdió. Tal vez nunca estuvo entre la multitud y pasó toda la noche en la playa. Tal vez estaba tan borracha y drogada que se desplomó en algún momento de la noche y pasó el resto acostada en el asiento trasero de un carro con el cabello vomitado y los ojos en blanco.
O tal vez nunca la ví.
lunes, 15 de noviembre de 2010
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