Rigo salió de su departamento hasta la madre de todos sus problemas; le debía dinero a todo mundo, sus padres hacen como que no lo conocen, están a punto de correrlo de su departamento y para acabarla de chingar, su adicción a las drogas fuertes no lo deja en paz y esto ha creado, entre otros problemas, los antes mencionados. Se dirigió al puente de madera que está a las afueras de su pequeña comunidad, un pequeño pueblo antes de llegar a la ciudad. Caminó por la orilla de la calle mirando hacia el suelo, con su cabeza rapada, su chamarra de cuero y un cigarro en la mano pensando en todo lo que dejaba atrás. Llegó al puente y miró el río pasando por abajo, muy al fondo. Se sentó en el barandal con los pies volando hacia el agua y de su chamarra de cuero sacó un revolver Smith y se apuntó directo a la cabeza. Ya no tenía nada que hacer en esta vida tan cagada.
Su mirada seguía perdida al fondo del río, no había volteado al frente desde que salió de su casa. Solo enderezó la mirada para mirar el sol metiendose en el horizonte. Vió una parvada de pájaros saliendo de un árbol en la orilla del río a la derecha y lueg volvió la mirada al fondo del río pero esta vez orientado un poco a la derecha. Entonces vió algo extraño. Duró un par de minutos viendo aquello, sin quitarse el arma de la cabeza. Los carros pasaban por el puente y veían a Rigo apunto de suicidarse pero a nadie le interesaba. Rigo era un vago, un drogadicto que solo traía problemas a la comunidad. La mujer de la joyería se encargaba de decirle a todo el pueblo que Rigo le vendía drogas a su hijo el mayor, pero no era cierto... Pero era una hermosa cuartada para la mujer, es decir, ¿Rigo vendiendo drogas? Claro que no. Rigo las consumía, no las vendía. Si tratara de venderlas jamás lo lograría, se las metería todas a lo pendejo. Rigo se quitó el revólver de su cabeza y recargó sus antebrazos en sus piernas, luego se tomó del barandal y se agachó un poco para poder descifrar qué era lo que miraba. Era una maleta negra, al parecer.
Rigo encendió otro cigarro y dió la vuelta para bajar por la orilla del río. Justo ahí, entre la maleza, estaba la maleta negra. Rigo se acercó, volteó a todos lados buscando un dueño y después tomó la maleta. No era una maleta, era un portafolio. Rigo volvió a buscar un dueño alrededor pero no encontró a nadie. Caminó por la orilla del río, para que no pudiera verse mucho y se sentó bajo el árbol donde unos minutos antes había visto volar a la parvada de pájaros. Checó su tesoro por todos lados, después lo abrió. En el interior del portafolio habían tres cosas: Una botella de whiskey, un pequeño vaso y un sobre con una hoja de papel que mostraba una dirección y una cantidad enorme de dinero. Rigo tomó la botella y se sirvió un trago bajo el árbol, pensando qué podría significar la cifra. Pensó en su vida, pensó en todo lo que había dejado cuando salió de su casa y llegó a una conclusión: Nada, no había dejado nada. No tenía nada que perder y bueno, es un adicto. Tal vez podría ser lo que se imaginaba, una cantidad que hay que ir a cobrar.. Sonaba demasiado pendejo, ¿Pero qué chingados? Estamos hablando de un drogadicto que quiere meterse algo YA, nada es razonable. Rigo pensó que era su día de suerte, el único que había tenido en su vida.
Algunos minutos antes, El Perro pasó corriendo por toda la calle que da al puente de madera. Vestía un traje Giorgio Armani y el portafolio negro en la mano, lo cual era muy raro en El Perro, por que él también es un vago, no era drogadicto pero si es un vago de lo peor. Nadie sabe cómo se llama en realidad El Perro, es más, creo que ni sus papás se acuerdan de su nombre. Corría como si lo siguiera el puto diablo y miraba su reloj a cada momento. Su cara de angustia se hacía notar cada vez que miraba el reloj. Cuando llegó al puente de madera, se detuvo, se pasó las manos por el cabello y miró para todos lados con una cara de preocupación enorme. Si no lo conociera, diría que quería llorar. Miró su reloj por ultima vez y comenzó un berrinche enorme, maldijo a todo mundo, gritó y pateó el barandal del puente varias veces, después se sentó en él. Lanzó el portafolio lo más lejos que pudo y comenzó a caminar, con la mirada apuntando al suelo. El portafolio avanzó un poco flotando en el agua y rapidamente se atoró en la maleza del río.
En algún momento, Rigo y El Perro cruzaron de frente pero los dos miraban al suelo. Ninguno se dió cuenta de la prescencia del otro. Dos o tres cuadras después, a El Perro le dispararon seis veces por la espalda y murió tirado en la banqueta. Mientras caía a los tres primeros tiros, sacó de la bolsa de su saco un revólver, provocando los otros tres tiros. También le arruinaron un traje carísimo.
Dos horas más tarde, a El Gato lo despertó una llamada telefónica:
GG: ¿Gato?
Gato: ¿Quién eres?
GG: No importa. Matamos a El Perro.
Gato: ...
GG: ¿Gato? ¿Estás bien?
Gato: ¿Fuiste tu?
GG: No.. Yo iba manejando.
Gato: Ya sabía.. Pinche Perro PENDEJO, le dije desde un principio..
GG: Cálmate, escucha: No tenía el portafolio.
Gato: ¿No? ¿Cómo? O sea, ¿NO?
GG: NO, IMBÉCIL, NO. Y SABES LO QUE SIGNIFICA
Gato: Yo sé, pendejo, yo sé. Y créeme que no va a pasar, voy a encontrarlo.
GG: Apúrate, Gato, por que El Perro llevaba prisa.
El Gato se levantó de la cama rapidamente, se metió en los shorts un revólver idéntico al de El Perro y se subió a su Mustang modelo 1965. El Perro y El Gato son hermanos, o bueno, eran. Se odiaban a puta muerte, creo que de ahi vienen sus apodos. El par de revólvers fueron un regalo de su padre, cuando eran pequeños y aún los quería, hoy los dos son un par de vagos. El Gato no tanto como El Perro, pero eran un par de vagos.
Pasó el puente varias veces buscando el portafolio, no veía nada. Decidió bajarse del auto a fumar; ya estaba obscuro en el pueblo y nadie transitaba mucho por las noches. El Gato se recargó en el barandal a fumar su cigarro, la luz de la luna se reflejaba mucho en el río, tanto que se podía ver muy bien esa noche y se le ocurrió buscar en los alrededores del río el portafolio, no sé, tal vez podría tener suerte. Tuvo mucha, pues bajo el árbol, Rigo seguía sentado con el portafolios enseguida. El Gato no lo notó, pero vió que alguien se movía bajo aquél árbol y no tenía nada que perder en ir a ver quien chingados era. Cual fue su sorpresa al ver que aquél tipo de chamarra de cuero y cabeza rapada tenía bajo su brazo el portafolio. Rigo se había quedado dormido.
El Gato revisó su chamarra y encontró un revólver que, curiosamente, era un revolver Smith idéntico al de él y al de su hermano. Esto le hizo enfurecer. El Gato odiaba al Perro, pero era su hermano y todo aquél hijo de su puta madre que le hiciera daño (Que no fuera él) sufriría las consecuencias del cañón de su revólver. El Gato decidió despertar a Rigo:
Gato: Hey, buenos días..
Rigo: Ehh.. ¿Mande? ¿Quién eres?
Gato: El Gato, ¿Tú?
Rigo: Ehh... Monk, me dicen Monk.
Gato: ¿Monk? ¿Como la serie?
Rigo: No.. Como Thelonious Monk, el Jazzista
Gato: ¡Ah! Ya entiendo...
El Gato le reventó a Rigo en la cabeza el vaso que venía en el portafolio y comenzó a golpearlo intensamente, después vió que Rigo dejó de reaccionar a sus golpes y a gritar. De seguro lo había matado. El Gato miró la escena del crimen, Se limpió la sangre de sus manos en el pantalón y tomó el portafolio con la mano izquierda, con la derecha tomó a Rigo de la chamarra de cuero y lo arrastró hasta su Mustang 65. Miró una vez más el cuerpo de Rigo y se arrepintió. Entonces jaló el cuerpo de vuelta a la orilla del río y lo metió en él. Comenzó a lavarle toda la sangre y lo llevó de vuelta a su auto. Nadie ensuciaba el Mustang 65 de El Gato, menos de sangre, que es muy difícil de limpiar. Subió el cuerpo de Rigo a la cajuela y arrancó hacia la ciudad, a buscar la dirección del papel dentro del portafolio negro.
martes, 23 de marzo de 2010
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